September 1, 2015 9:30 AM
As I sit here in a Texas airport
awaiting my flight back to Oaxaca and the field, I’m overwhelmed by a mixture
of emotions that are difficult to explain. On the one hand, all of
us—Catherine, the children, and I—are very excited to return. Thanks to our supporters,
we are in the strongest position ever to do great good for the kingdom of God,
and we return to Mexico with many wonderful new partners, people who have
decided to obey Christ’s Great Commission and support the expansion of the
Gospel among the unreached. Great things lie ahead over the next several
years.
Above all, the one emotion that always rises to the top is urgent compassion. When God has broken a heart over the masses who have no hope or access to eternal life, every other emotion pales in comparison. But, praise the name of Jesus, we walk in spirit with so many who take seriously their responsibly to his mandate to spread the good news. So even though we are apart, we are not alone. Together we will continue to provide access to the gospel where it has not been preached and keep preparing indigenous pastors.
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En
estos momentos estoy en el aeropuerto de Texas porque esperando mi vuelo a
Oaxaca. Regresando a
nuestro campo de trabajo trae una mescla de emociones que es difícil de
explicar. Estamos emocionados de poder regresar, gracias a ustedes estamos
en una posición muy fuerte para hacer buenas cosas para el renio de Dios en
Oaxaca. Regresamos a Mexico con nuevos apoyadores que han decidido
obedecer la gran comisión y contribuir a la expansión del evangelio entre los
no alcanzados. Esperamos ver grandes cosas departe de Dios en estos próximos
cuatro años.
También
siento tristeza cuando veo las fotos de familia y amigos, estamos
conscientes que cuando regresemos en cuatro años su vidas van cambiar mucho.
Todos crecemos y cambiamos con el pasar del tiempo. Cuando vivimos juntos
avises estos cambios no nos se notan mucho pero cundo no se ve a familiares y
amigos por mucho tiempo rápido se ven los cambios y toma tiempo para
reajustarse a los nuevos ambientes. Seré honesto duele pensar que no
vamos a estar cerca de nuestros seres queridos cuando sufran tiempos
difíciles. También cuando nosotros pasemos por tiempos difícil anhelamos
la presencia de seres queridos. La vida misionera tiene una forma no
natural de separarnos de personas que amamos y todo lo que es conocido. Por el
constante peso emocional de separación este estilo de vida solo se debe hacer
cuando hay un llamado de parte de Dios.
Aunque
la vida misionera es una mescla de emociones la emoción que siempre es más
fuerte es un sentido de compasión urgente. Cuando Dios rompe su
corazón sobre las miles de personas que no tiene esperanza de vida eterna toda
otra emoción se ceda atrás. Estamos muy bendecidos de tener tantos familiares y
amigos que han tomado en serio la Gran Comisión. Aunque estamos
lejos sabemos que no estamos solos. Juntos vamos abrir acceso para el evangelio
en lugares ando no se ha predicado y seguiríamos capacitado pastores
indignas. Por favor manténganos en oración y también estaremos
orando por ustedes.